27 de diciembre de 2011

Capítulo 6.

    Asuntos repentinos.

           ¿A quién le importa lo que yo haga? ¿A quién le  importa lo que yo diga?
                           Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré. 

Emma.
Me dirigí a la puerta principal para reencontrarme con Sarah, pero sentí que alguien me agarró del brazo haciendo que me diera la vuelta.
¡Harry! - dije antes de poder ver la cara de aquel individuó que me apretaba fuertemente el brazo-
-Individuo X: Va a ser que no señorita.
Posé mis ojos en un señor bastante mayor, podía tener de treinta y cinco a cuarenta años y un poco más, muy alto, incluso más que yo y parecía ser que tenía mucha masa muscular, eso o estaba ligeramente gordo. Me miraba de una forma un tanto rara y yo, sinceramente, tenía mucho miedo, no entendía por que un hombre que ni siquiera era un encargado de cuidar por la seguridad de los demás me sujetaba con tanta firmeza el brazo izquierdo.
-Yo: ¿Se puede saber qué quieres? Me gustaría que me soltaras el puñetero brazo, ¿te parece bien?
-Individuo X: A ti.
Lo entendí todo. Estábamos solos en la pista de aterrizaje, rodeados de aviones, pero sin ningún ser humano alrededor. Recorrí con la mirada todo mi campo de visión buscando a aquel chico que al parecer se llamaba Harry, pero no estaba, ¡era imposible que en 30 segundos hubiera desaparecido! Tampoco entendía por que no habían más personas allí presentes, a lo mejor había pasado demasiado tiempo charlando con aquel chico tan encantador
Aquel hombre, bueno, si se le podía llamar hombre, más bien pervertido me comía con la mirada. Me miraba de una forma que había visto ya en bastantes hombres cada vez que Sarah y yo andábamos alrededor de ellos, solía encontrar ese brillo en los ojos de personas mayores desde que había pegado el estirón hace cuatro años atrás.
-Yo: Más vale que me sueltes si no quieres meterte en problemas, me estoy empezando a cabrear.
-Individuo X: Y si no te suelto, ¿qué? -sonrió de forma picarona.
-Yo: Te pegaré un bolsazo y lo recordarás para toda tu miserable vida.
Me abofeteó y eso fue lo último que sentí en alguna parte de mi cuerpo. Me caí de cabeza al asfalto y sentí el frío suelo en mi mejilla derecha, pero de pronto escuché un estruendo sonido, varias personas corriendo rápidamente hacía mi posición y otras alejándose, era un alboroto.
Todo esto era un tanto extraño, no podía moverme pero podía sentir y escuchar todo lo que ocurría a mi alrededor.
"Quédate ahí, ¿vale? Hazlo por mi, corre, dirígete a la parte de el aeropuerto donde se encuentran los taxis y pregunta por la amiga de una tal Emma."
Unas suaves manos recorrieron mi vientre encontrando un punto de apoyo para poder sujetarme firmemente. Me levantaron en peso, me sentía estúpida y gorda. Me movía hacia arriba y abajo, arriba, abajo, arriba, abajo. Me acariciaron dulcemente el pelo.
"Ya estás bien princesa" -dijo una amable voz, era la de Harry, seguramente estaba escondido o estaba esperando a que yo me fuera para que no me pasara nada durante el camino hacía el taxi con Sarah, no sé como pero nada más verme supo que soy una de las personas más patosas del mundo.
Escuche gritos, seguramente provenían de Sarah, se preguntaba que me ocurría y por que estaba así, si Harry era el culpable de que estuviera inconsciente.
-Sarah: No sabemos donde está ubicado nuestro apartamento y no puedo ir por la calle con Emma así de mal. -dijo entre sollozos.
-Harry: No creo que esté así más de una hora, se ha dado muy fuertemente en la cabeza. Gemma, ¿podrías llamar a mamá para que te viniera a recoger aquí en quince minutos? Yo me iré con esta princesa y Emma a su apartamento y mañana regresaré a casa a primera hora de la mañana, ¿vale? Explícale todo lo ocurrido y que yo estoy bien, que no tiene por que preocuparse de nada.
Unos labios fríos y carnosos presionaron ligeramente mi frente y me sentaron en un vehículo, este se puso en marcha camino hacía la felicidad y mi apartamento, claro.


Continuará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario