30 de diciembre de 2011

Capítulo 8.

                                          Recuérdame.


     "Soy una chica rebelde y con carácter, si fuera débil me manejarías a tu antojo"      


Sarah.
Seguí corriendo hasta que me estampé contra la puerta de mi nueva vivienda, menos mal que al menos sabía que número de puerta era, los vecinos se hubieran extrañado si hubiera intentado abrir sus puertas.
No pude contener las lágrimas, lloré y lloré y me sentí desdichada. Me sentía tan angustiada que acabé cayéndome al suelo. Harry aceleró el paso y me alcanzó. Colocó a Emma en el suelo y se sentó a mi lado, rodeándome con sus brazos protectores. Me acurruqué sobre su cuerpo mientras deslizaba su mano derecha por mi espalda, arriba y abajo, arriba y abajo. 
-Harry: No quiero que estés mal, si he hecho algo que no debería de realizado, pues lo siento, lo siento mucho.
-Yo: No, no has hecho nada. -dije entre sollozos- Me has recordado un mal que se encontraba muy dentro de mi.
-Harry: ¿Te gustaría contarme lo qué te ocurre?
Levanté la mirada mientras Harry me limpiaba un poco las mejillas y los párpados, emborronados por el maquillaje y mis malditas lágrimas.
-Sarah: Vale, es un poco largo. Todo ocurrió hace dos años, cuando yo tenía 16. Tenía el mejor amigo de el mundo, tenía la misma edad que yo, el día 15 de el mes que viene cumpliría 18 años, se llamaba Hugo. Tenía el pelo rizado como tú y ojos marrones, era un cielo de persona. Nos conocíamos desde que éramos muy pequeños, siempre estuvimos juntos, me apoyaba en todo y me ayudaba cuando lo necesitaba, él era el que llenaba de alegría mi penumbra. Con el paso de los años nuestra amistad creció y creció. Un día fui a  acompañarle a un partido de baloncesto en el que él jugaba. Duró 1 hora y media, fue la última hora y media que le vi reír. Ese día fue un 23 de Marzo de 2009, el mismo día en que me confesó que llevaba años enamorado de mi. Al acabar el partido dimos un paseo y me compró un helado de chocolate, vainilla y nueces y nos sentamos en un banco que había en un parque cerca de mi casa. 
"Sarah, sonará raro, pero quiero que me dejes terminar de hablar, déjame sonreír, ¿vale? Definitivamente, creo que estoy enamorado de ti. No sé por qué, no sé si eso que siento dentro de mi cuerpo es amor, es alegría lo que siento cuando estoy junto a ti o yo que sé que es, pero ten por seguro que te quiero. Eres la única persona que me comprende cuando quiero desaparecer de el mundo. ¿Quién es la persona que me completa? Sarah, cómo no. He querido decirte cuanto te quiero hoy por que no sé si habrá un mañana, un pasado u otro año en el que esconder mis sentimientos. Gracias a ti me siento como un águila, libre. Repito, te quiero y eso nunca cambiará" 
Eso fue todo lo que me dijo Hugo aquella tarde de primavera. ¿Qué hubieras hecho o dicho tú? Me besó y me dejé llevar, aunque no debería de haberlo echo, por culpa de un estúpido beso se ha ido. Estaba tan emocionado por haberme contado lo que sentía que esa noche se fue de fiesta, bebió y bebió y bebió y se metió en una pelea... el resto creo que ya lo sabes, ¿no es así?
Harry me acariciaba y me escuchaba atentamente, me sentía muy a gusto a su lado. Estuvimos un buen rato ahí, acurrucados. Recuperé la respiración, noté como mis pulmones se llenaban ligeramente de aire sin tanto esfuerzo a causa de aquel triste recuerdo. Ahora os preguntaréis, ¿por qué lloré? Harry se asimilaba a Hugo, tanto por fuera como por dentro, y al ver que Harry se acercaba más de lo que debía a mi, pues... me recordó a él, a el que siempre será mi mejor amigo. Mantenía ese recuerdo anclado en mi corazón, muy muy en el fondo y no iba a salir jamás. Había conseguido llevar una vida como la de antes a el accidente, saliendo con mis amigas y disfrutando, pero nunca iba a pasar algún día sin recordad a aquella persona que tanto me importó.
Pasaron minutos y minutos y más malditos minutos hasta que volví a la calma. Me levanté e hice como si no hubiera pasado nada, pero Harry mantenía en los ojos un brillo un tanto peculiar, creo que le entristecía verme así. Abrió la puerta de mi nueva vivienda por que yo no tenía fuerzas en ese mismo momento, a continuación conduje las maletas hasta nuestra habitación, la de Emma y la mía. Solo había una cama de matrimonio, supuse que a Emma no le importaría dormir conmigo. La casa era perfecta en sus justas medidas, dos baños, una cocina, un salón, un balcón y un dormitorio. Harry y yo, agotados y aburridos nos sentamos y vimos la televisión, MTV, cómo no, pero antes dejamos a Emma en nuestra cama para que cuando se despertará se sintiera cómoda.


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Emma.
Escuché susurros lejos de mi, provenían de Harry y Sarah, parecían reírse. Supongo que se llevan muy bien. En verdad, Harry es totalmente adorable por involucrarse tanto en esto, si no fuera por él yo estaría en un paradero desconocido o quizás, siendo sincera, muerta. Gracias a él Sarah sigue cuerda, si yo no estuviera aquí ahora mismo ella... No sé lo que haría, ya tuvo bastante con H.
Me encontré a mi misma en aquel desconocido cuerpo, sentí que me iba estirando poco a poco e iba tomado el control de lo que hacía y conseguí abrir los ojos. Me sentía feliz a pesar de todo, parecía que me había topado con la persona perfecta en Inglaterra. De repente, oí un grito de Sarah, Harry la mandó a callar silenciosamente, no querían que me despertara sin yo quererlo y volvieron a cuchichear algo que no conseguí entender, empezaron a carcajearse.
Una diminuta sonrisa iluminó mi casado rostro.




Continuará.

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