24 de enero de 2012

Capítulo 12.

Sin palabras. Si lo buscas, lo encuentras.

¿Alguien realmente comprende lo qué es la felicidad? Todos la poseemos, pero pocos lo sabemos.

Emma.
Me dirigía a la habitación después de devolverle el teléfono móvil a Sarah y pensé en cambiarme de camiseta. Bueno, a lo mejor de pantalones también. ¡Bah! Me cambiaría completa. Estaba un poco sudada por la carrera que me había echado para llegar a casa, la mirada de aquel encantador chico, la presencia de Liam... ¡HARTA, ESTOY HARTA DE DUDAS! Mientras iba de camino a nuestra habitación me apeteció darme una ducha, una ligera ducha. Necesitaba quitarme el estrés de encima. Me recogí el pelo en un moño muy estrafalario y me desnudé, tocando lentamente cada pequeño hematoma que rodeaba mi cuerpo. De un impulso, ¡zas! le pegué un puñetazo a la pared. Se me da mal olvidar los malos recuerdos, pero por otra parte me olvido fácilmente de los buenos, es un tanto extraño. Me introduje en el plato de ducha y me enjaboné. Lavé mi rostro muy muy lentamente, no me había dado cuenta del dolor que sentía al ejercer presión sobre la herida de la mejilla derecha. Otro puñetazo, y otro y otro. Unas lágrimas bajaron por mi cara, creo. Sentía que estaba llorando, pero no sé si lo estaba, con tanta agua en la cara no conseguía saberlo. Esperaba que no, o que si al menos estaba llorando, que fuera en silencio, bastante extrañada ya estaría Sarah al escuchar esos extraños ruidos y se preocuparía al oír esos malditos gemidos. Efectivamente, estaba llorando, lo descubrí al escuchar el pequeño gritito que emití. Me sentía una extraña en mi propio cuerpo. Me despierto después de vivir algo totalmente abrumador y traumatizante y nada más despertarme lo que me ocurren son problemas y mi cabeza se llena de confusiones. ¡Quién me lo iba a decir! Jabón, utilicé todo el que pude para eliminar las impurezas del maquillaje y salí de la ducha. Justamente cuando toqué el suelo con mi pie izquierdo escuché el timbre, aunque me extrañó por que dejé la puerta abierta para Derek (tal y como le indiqué en el mensaje). Mi cara se paralizó y de repente me salió una risa tonta. Me enrollé en una toalla y asomé la cabeza por la puerta del baño. Sarah me miró y se rió de mi horripilante cara. Le hice señas para que protegiera el campo de visión y me diera tiempo de salir corriendo hacía nuestra habitación para vestirme y de nuevo, tapar el moratón asqueroso con maquillaje. Corrí a tal velocidad que casi me llevé media pared por delante y por un segundo se me cayó la toalla, menuda vergüenza. Cuando entré en la habitación cerré con un portazo y no sé como, acabé como suelen acabar las actrices protagonistas en las típicas comedias amorosas: a pies de la puerta y sonriendo como una majara. Salté de la alegría y me tumbé en la cama. Abrí la maleta y saqué unos de los conjuntos más sencillos que tenía, no me iba a vestir de manera muy elegante para estar por casa, aunque tampoco iba a ir en chándal si un chico guapísimo iba a estar a mi alrededor. 



Saqué mi ropa interior y me la puse. Solté la toalla y la lancé en la cama, pero oí un sonido extraño, como el de un papel. Caminé hacia la cama, me senté y miré debajo de la toalla. La mitad de una cartulina se encontraba doblada y con una letra elegante y legible estaba escrito lo siguiente:

'Queridas Sarah y Emma.'
Mañana vendré a recogeros a primera hora de la mañana, en la puerta de vuestro portal. No llevéis dinero ni comida, ya de eso "nos encargamos nosotros"  Haremos de todo, os divertiréis mucho amores. ¡Sorpresas habrá sobre todo! 
Vuestro chico favorito, el sexy Harry.

¡Es verdad! No me acordaba, mañana iríamos a recorrernos toda Inglaterra en busca de aventuras. Me carcajeé y me tapé la boca, debía vestirme cuanto antes, Derek estaría esperando. Me introduje en aquellos cómodos pantalones, coloqué la camiseta sobre mis hombros descuidadamente y me senté en el tocador. Un rojo claro daba color a mis carnosos labios y coloqué un poco, solo un poco de maquillaje en la parte donde se encontraba el hematoma por que más tarde me echaría un poco de colorete. Necesitaba un poco de color, estaba bastante pálida por mis incansables batallitas. Esperaba que Derek consiguiera llevarse mi corazón y que despejara mi mente. Como dicen, después de la tormenta viene la calma. 
Salí de la habitación intentando pensar que era preciosa. Si lo piensas, seguramente lo aparentarás. No hace falta decir que no tengo mucha autoestima. Me moví el pelo haciendo que tuviera más volumen y empecé a tocármelo con nerviosismo. Sarah anduvo hacía mi dirección.
-Sarah: Que chico más mono, ¡mi Emma se ha echo mayor, ya tiene novio!
-Yo: Te la vas a cargar. Vete a nuestra habitación cariño -le dije poniendo los ojos en blanco.
Recorrí el largo pasillo y  un ángel vino a salvarme. Lo vi. Vi a Derek de espaldas. Llevaba al parecer, el pelo igual de perfecto que hace al menos una hora, solo se había cambiado de ropa, igual que yo. Eso me alegró. Se había arreglado, ¡todo lo contrarío qué yo! 
Tenía puesta una camiseta a cuadros verde oscuro (a juego con sus increíbles ojos y larguísimas pestañas), unos vaqueros ajustados azules claros, casi grises y unas Vans negras. Parecía nervioso, se toqueteaba aquel pelo rubio igual que yo hacía con el mío.
-Yo: Me alegra verte.
Dio una vuelta a la velocidad de la luz, tenía una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja.
-Derek: Yo y-o, esto-o, toma tu t-u teléfono y ¡hola! Estás muy guapa y-y... No sé que decir -dijo titubeando con mi monedero, móvil y demás posesiones en la mano-
-Yo: Me da igual todo, déjalo donde quieras. Tan sólo abrázame.

Continuará.

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