1 de enero de 2012

Capítulo 9.

                                              ¿Flechazo?


                No sientas pena por los muertos, si no por lo vivos que no saben amar.


Emma.
Me sentía como un águila al batir las alas en alto vuelo. Conseguí mover los dedos, poco a poco los brazos y dominé todo lo que era la parte superior de mi cuerpo. Lentamente me levanté, era un nuevo día. La luz se colaba por las persianas de la ventana del dormitorio, hacía mucha claridad. Giré mi cara hacia la izquierda y encontré a mi dama en apuros durmiendo, era adorable. ¡Al fin! Conseguí dominar cada parte de mi cuerpo a la perfección, me sentía cómoda a pesar de saber y vivir todo lo ocurrido, jamás lo olvidaría. Me aparté el cabello de la cara y me froté levemente los ojos para quitarme un poco el sueño de encima. Seguía con la misma ropa de ayer, así que decidí ponerme un pijama muy pequeño, que Harry se encontrara en la habitación de al lado no significaba nada, ¡la comodidad ante todo! Me moría de hambre, es más, me sonaban las tripas. Salí de nuestro cuarto y me entré en el salón ¿y a quién me encontré? A Harry medio desnudo durmiendo en el sofá. Se le veía muy a gusto, yo no era nadie para que no se sintiera como en casa. Se me iban los ojos, tenía una piel clara y bastante bonita, ni demasiado seca ni demasiado grasa y ¡claro que sí! tenía ese músculo perfecto en forma de "V"  que se encuentra debajo de el ombligo que toda mujer busca. Aggggg, deja de mirarle Emma.
Abrí la nevera, ¡qué estúpida! no había nada, teníamos que hacer la compra, pero yo ya no saldría a algún sitio sola, ya no confiaba en nadie. Miré el reloj que había colgado en la pared, eran las nueve en punto, así que me fui al baño. Entré y me miré en el espejo de cuerpo entero que se encontraba al lado de la bañera. ¡Tenía un aspecto horrible! Tenía un hematoma en la mejilla derecha bastante grande y horripilante a parte de varios raspones por toda la parte derecha de mi cuerpo, concretamente en los brazos y piernas que eran todo lo que estaba expuesto el día de el accidente. Peiné cuidadosamente mi pelo y me maquillé intentando ocultar el moratón y lo conseguí, solo se notaba por algunas partes pero nadie se daría cuenta, creo. No estaba increíble, pero si decente, pasaría desapercibido. Cogí lo primero que encontré, algo cómodo pero moderno y elegante. También cogí mi pequeño monedero y mi bolso para poder hacer la compra.


Llamé cuidadosamente a Harry, pero no me escuchó. Lentamente anduve hacia él y le acaricié el pecho y abrió los ojos. Me lanzó una cálida sonrisa, parecía alegrarse de que estuviera bien y que hubiera despertado con tan buen humor y tan buen aspecto, aunque lo último había sido gracias a el maquillaje. 
-Harry: Hola preciosa, ¿estás bien?
-Yo: Claro que sí, gracias a ti.
-Harry: No seas boba.
-Yo: Harry, retira lo que acabas de decir, si tú no hubieras estado allí en ese momento, ya sabes lo que hubiera pasado. Piensa en Sarah, piensa en como se sentiría y más después de lo de H.
-Harry: ¿H?
-Yo: Hugo, le llamamos H, no tenemos la fuerza necesaria para llamarlo por su nombre, escuché todo lo que hablasteis ayer. -mi voz se fue apagando poco a poco, un gran vacío me engulló.
-Harry: Mi más sentido pésame, sé que el mes que viene sería su decimoctavo cumpleaños.
-Yo: ¿Tengo la confianza suficiente para contarte una cosa?
-Harry: ¡Por supuesto princesa! -se incorporó rápidamente.
-Yo: Yo, yo... Yo estaba enamorada de H. Sarah lo sabía, por eso no quería tener nada que ver con H, pero no podía. Se conocían desde que eran pequeños, no se podían resistir el uno a el otro. Cuando me enteré de la noticia de su accidente, pues me derrumbé, odié a Sarah durante mucho tiempo, creía que por su culpa el amor de mi vida había desaparecido. Todavía llevo ese rencor en mi corazón, aunque sé que no puedo hacer nada para que vuelva. Quiero a Sarah por encima de todo, pero sigo pensando que si ella no le hubiera besado, él seguiría aquí, quizás junto a mi. Sé que lo hizo por pena, pero da igual, soy estúpida.
-Harry: No tienes por que sentirte mal, Sarah me contó todo lo ocurrido en aquella lejana tarde de primavera. Le besó por que él lo deseó y ella no tuvo otra opción. Era hacer feliz a una persona que ocupaba un gran lugar dentro de ella o hacerle desdichado durante un largo plazo, ¿tú que hubieras echo? Ponte en su lugar, ella piensa que Hugo debería ser el que estuviera aquí y ella no, no quiere seguir viviendo con ese recuerdo en su mente.
Una lágrima recorrió mi rostro y se ancló en la comisura de mis labios. La suave mano de Harry me la quitó y me dio un fuerte abrazo que me hizo formar una pequeña sonrisa. Le invité a ir a hacer la compra y él acepto, le hizo gracia por que parecería mi guardaespaldas. Me levante con suavemente y dejé que Harry se vistiera.
Bajamos hasta el portal y nos subimos a un taxi ya que ninguno de los dos teníamos coche, es más, el todavía no se había sacado el carnet de conducir. Harry le dijo a el taxista que nos condujera a el supermercado más cercano y así lo hizo. Durante el trayecto puso la radio y sonó una de mis canciones favoritas.
Me llené de melancolía mientras la cantaba, me recordaba aquellos momentos en los que solo éramos Sarah, Hugo y yo.
Harry me cogió de la mano y le dio un beso y con unos ojos sinceros me dijo que nunca dejaría que me pasara nada, a partir de ahora iba a ser parte de mi vida. Me había salvado el pellejo una vez y lo seguiría haciendo hasta que la muerte nos separara. No sabía que decir, así que lo único que hice fue agarrar fuertemente su mano y deslizar rítmicamente mi pulgar hacia arriba y abajo. 
Fue la compra más divertida de mi vida, compramos millones golosinas y corríamos por los pasillos subidos en los carritos de la compra y reíamos sin parar. Me escapé varias veces de la mirada de Harry y me escondía detrás en los estantes de comida pero él siempre me encontraba y me cogía en peso como si fuera una niña pequeña. Me sentía bastante bien. Fuimos a pagar y la cajera nos miró bastante mal, nos hizo mucha gracia y no pudimos ocultar alguna que otra risita.
Fuimos a desayunar a un bar, nos tomamos un zumo de granada y naranja junto a unas tostadas con mantequilla y varías carcajadas.
Fuimos caminando hacia nuestro piso, pero decidí pararme un segundo a contemplar la universidad, era preciosa. Le ofrecí a Harry seguir caminando, que me esperara en el portal de nuestra casa, quería ir sola para poner en orden mis pensamientos. ¿Me atraía Harry o no me atraía? 
Levanté la mirada, había un chico con el pelo rubio arreglado y con un largo perfecto me miraba  tímidamente. Le sonreí y le salude, no me daba vergüenza. Podía tener mi edad, un año más, un año menos.
Parecía estar observando el campus como yo. Me acerqué a él, se ruborizó. Era muy mono, tenía los ojos verdes oscuros y muy grandes.
-Yo: Hola, me llamo Emma, no me sacabas el ojo de encima -dije sin descaro mientras le tendía mi mano izquierda.
-Individuo X: Ho-ho-hola, me llamo Deredik, pero las chicas tan guapas como tú me pueden llamar Derek. -dijo mientras me estrechaba la mano y bajaba la mirada tímidamente.
Parecía nervioso y muy simpático, tenía unos pómulos preciosos. Debía ser un buen chico, esto podría ser el comienzo de una nueva amistad, ojalá tuvieran una beca en el Alpha College, podríamos ir juntos a clase.
¿Por qué estoy empezando a fantasear? A veces es bueno, pero otras no tanto.

Continuará.

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